Tengo miedo porque este año está empezando demasiado bien. Aparte del elefante en la habitación, algunos pequeños achaques físicos van remitiendo, especialmente la tendinitis de las rodillas y los "problemas financieros" se van arreglando. La verdad es que lo de "problema financiero"es una licencia poética. Afortunadamente, no sé lo que es tener un problema financiero serio. Que en la empresa te paguen con unos días de retraso no cualifica como ello. Que Liberbank no quisiera devolver la comisión ilegal ... tampoco. Y ambos parece que se van a solucionar en breve.
En particular el segundo. Ayer recibí una carta de Liberbank como respuesta a mi hoja de reclamaciones. Reconocían que tenía razón y me devolvían la comisión. Y la guinda del pastel, se disculpaban por el trato recibido. Cuando el daño principal estaba hecho, pues había cerrado la cuenta. Pero también cuando todavía podían recibir un daño adicional pues debían responder en 10 días. Por cierto, como tuve problemas con los certificados, no pude enviar la hoja de reclamaciones a la Junta de Andalucía y ahora no sé qué tengo que hacer. Imagino que enviarla y comentar que hubo una respuesta satisfactoria. Ya lo investigaré.
Así pues, tengo miedo porque cuando todo va bien, la única opción que queda es que deje de irlo. Como le pasó a unos amigos hace un tiempo, pero yo me he enterado esta semana. Esta semana, tras seis años sin vernos, quedamos (aunque es cierto que en dos grupos) los cuatro de la universidad. El que trabaja en Brasil, se casó el año pasado con la chica con la que llevaba años conviviendo. Sabía que estaba casado pero no fue hasta después que supe que había sido este año. El que no jugaba al fútbol, abrió fuego con su noticia, noticia que eclipsó todas las que venían detrás, que tampoco eran tantas.
Imagino que la persona en cuestión ya no lee el blog pero, si lo hiciera, pues se enteraría de lo mismo que le diré cuando quedemos un día de estos para desayunar pues va a menudo cerca de donde yo trabajo. Fue una noticia muy triste, la noticia de su divorcio. Para él imagino que lo fue en su momento pero ahora se le veía muy contento. Ha rehecho su vida y se casa este año. Eso, normalmente, debía ser motivo de alegría. Tengo otros amigos divorciados y sin duda me alegraré cuando esto pase. Pero este caso es diferente. A pesar de que mi amigo es él, a él y a su expareja los he visitado muchas veces. En Torre del Mar primero y luego en Montilla. Cuando estaban recién casados, cuando vino la primogénita y luego, con menos frecuencia eso sí, cuando vinieron los mellizos.
Este es el motivo por el cual no puedes sino sentir pena por la ruptura de un matrimonio que creías sólido, pena por el conjunto y por los elementos por separado pues a ambos aprecio. Además, me consta que el sentimiento es compartido por más gente. Un familiar que fue compañero de trabajo de mi amigo me decía al día siguiente tras enterarse que le apenaba que sus amigos se divorciaran.
Nada malo hay en divorciarse. A veces, posiblemente la mayoría, es la mejor opción pues ningún sentido hay en que una de las dos partes sea infeliz. Así pues, solo me queda desear que quien sea feliz lo siga siendo y quien sea infeliz, deje de serlo. No solo por ellos sino por uno mismo. Cuando uno está en un buen momento desea que su círculo familiar y de amigos también lo esté. Al menos, mientras dure. Tengo miedo de que no dure, pero creo que no soy yo, que es simplemente mi naturaleza humana.
Un saludo, Domingo.
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