Eso decía un jefe mío. Y posiblemente no le faltara razón. Estuve una vez en un equipo con una rotación bastante superior a la media de la empresa. Cada despedida tenía un motivo diferente, unos iban a una empresa, otros a hacer un máster, otros se iban para Madrid ... solo había una cosa en común, que alguien les había hecho una oferta y les había pillado con el ánimo adecuado para aceptarla.
Ese es el caso en mi empresa actual. Y los motivos son parecidos. Un proyecto inicialmente muy interesante en el que la gente empieza a perder la fe. Como ya dije en una entrada anterior, para bien o para mal ya le queda poco a la incertidumbre. Pero esta semana he pensado que incluso aunque sea para bien, lo mismo no es tan para bien como yo pensaba.
Si algo ha demostrado esta "crisis" es que hay personas en puestos de relevancia que no han estado a la altura. Eso puede ser clave en un futuro cercano. Yo me encuentro muy a gusto en el trabajo y no he buscado nada hasta el momento. Pero además del presente hay que tener en cuenta el futuro. Hasta ahora pensaba que el futuro en la empresa podía ser brillante. Ahora no lo tengo tan claro. No es que lo descarte, pero no lo tengo tan claro.
Para que lo tuviera claro debería haber cambios importantes en esos puestos de los que hablaba. Y esos cambios posiblemente también entrañarían cambios en otros puestos menos importantes. De lo contrario, no saldremos fortalecidos de la crisis, simplemente habremos vivido hasta que llegue la siguiente. Lo cual, por otro lado, quizás tampoco fuera tan malo. En mi caso particular me permitiría seguir desarrollando una serie de capacidades que pueden ser importantes en mi futuro profesional.
Veremos qué pasa. A la incertidumbre sigue quedándole poco. Cada vez menos.
Un saludo, Domingo.
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